Una de las cosas que creo que nos vamos a cuestionar muchos cuando acabe este impass/crisis/nadavolveráasercomoantes es qué va a ser del Éxito a partir de entonces. Qué va a significar para nosotros esa palabra. Algunas personas sentirán que ese “éxito” de toda una vida se ha esfumado, ha desaparecido con todo lo que hemos estado viviendo en este último año. Puede que algunos hayan experimentado importantes pérdidas en diferentes ámbitos: lo personal y lo material; y puede que otros simplemente se hayan dado cuenta de que quizás ese concepto del «éxito» que pensaban que tenían no les acaba de encajar ahora mismo.

En el caso de muchas personas empieza un proceso de des-identificación de lo que es ser una «persona de éxito» para empezar a trabajar a nivel personal, primero en una definición del «Éxito» que le encaje con sus auténticos anhelos y deseos; y segundo con un nuevo proceso de identificación de su nuevo concepto de «Persona de Éxito»

Casi todas las definiciones de la palabra éxito coinciden en el hecho de que se trata de un resultado, en especial, feliz de algo. El concepto de éxito en sí puede estar asociado al desempeño o bien al ámbito personal pero si hay algo que me llama poderosamente la atención es ese vínculo que, por definición, parece haber entre éxito y felicidad.

Si supeditamos el éxito al caso del desempeño, se trata básicamente de conseguir un logro que cumpla unos indicadores establecidos. Algo que es medible, de una manera más o menos aséptica, y que no dudo de que produce satisfacción lograrlo. Puede que produzca hasta cierta felicidad pero creo que es en el ámbito del éxito personal donde esa relación con la felicidad es algo absolutamente íntimo, intrínseco e inseparable.

Muchos de nosotros nunca nos hemos parado a pensar qué es el «éxito» porque casi siempre hemos comprado la definición o el arquetipo de ese concepto a nuestros padres o a la sociedad misma. Podría decirse claramente que se trata, que el concepto «éxito» cuanta con un importante componente, y diría que hasta carga, sistémica. Es muy común, el hecho de asumir como nuestros los arquetipos que han adoptado algunos de los sistemas a los que pertenecemos, especialmente los arquetipos que surgen en el contexto familiar.

El éxito y las lealtades familiares

Si miramos la relación padres-hijos desde el punto de vista sistémico-familiar, esta relación está en un claro desequilibrio. Sistémicamente se dice que los padres dan y los hijos reciben. Los padres nos han dado la vida (lo más grande que hay) y por mucho que queramos devolver; como hijos nunca vamos a poder estar en equilibrio. La vida es simplemente el origen de todo lo que nos sucede ahora, de todo lo que tenemos y de todo lo que vamos a tener. Es el origen del mayor de los potenciales que podamos alcanzar. Estamos por tanto en deuda con ellos y, como hijos, siempre va a haber consciente o inconscientemente un cierto anhelo de devolver.

La Vida en sí ya es «Éxito» porque siempre he entendido la vida como un proceso de aprendizaje hacia una mejor versión de nosotros mismos.

Nuestro anhelo de devolver a nuestros padres es tal que intentamos devolver a través de nuestro “éxito». Existe un deseo muy potente de que nuestros padres se sientan orgullosos de nosotros, de recibir su mirada y aprobación.

En otros casos, y según nuestro propio guión de vida, hay un gran miedo a «dejar de pertenecer» al sistema si escogemos un concepto del éxito que se aleja de lo que creemos que van a “tolerar” nuestros padres; así nos encontramos, por ejemplo, estudiando la misma profesión, trabajando en la misma empresa o llevando una vida casi paralela a la que ellos tuvieron. En ambos casos asumimos el arquetipo de éxito de nuestros progenitores como propio e intentamos encajar en ello como sea. Miedo a dejar de pertenecer y deseo de devolver pueden estar, inconscientemente, detrás de esa toma de decisión.

El éxito y la lealtad con otros sistemas

Paralelamente a ello está nuestra relación con otros sistemas como puede ser el sistema de nuestra pandilla de amigos, el sistema de nuestros colegas de profesión, o la sociedad misma también delinea un arquetipo de éxito. Por ejemplo, en el ámbito del sistema de una escuela de negocios, podría ser considerado éxito el hecho de ser CEO de una compañía con un mínimo de notoriedad o facturación. En el ámbito de nuestra pandilla podría ser considerado éxito tener una familia con hijos, un buen coche y vivir en determinado barrio acomodado. Y en el ámbito de la sociedad (llamémosla de consumo) por ejemplo, el poseer determinados productos asociados a arquetipos universales de éxito como puede ser la riqueza, la notoriedad, etc…). 

 En todos estos arquetipos de éxito también deseamos encajar y de nuevo, por un deseo de pertenecer y ser aceptados e incluso reconocidos. Esto acaba convirtiéndose en una especie de check-list de requisitos mínimos y no son pocas las ocasiones  en las que el hecho de no cumplir esa check List no se traduce tanto en una “expulsión” del sistema como en el hecho de no sentirnos del todo legitimados para pertenecer a él, auto-excluyéndonos nosotros mismos y sintiéndonos “menos” que otros.

¿Podría decirse entonces que el éxito, en mayor o menor medida, es un requisito indispensable para sentir que pertenecemos a determinados sistemas? Yo diría que SÍ.

Hace unos cuantos años conocí muy de cerca a una persona que con la crisis del 2008 lo perdió todo…. absolutamente todo. Se trataba de una persona muy preparada que, de la noche a la mañana, tuvo que cerrar su negocio, acumuló deudas con los bancos y la seguridad social y se encontró absolutamente en la calle. 

Si se abría una cuenta en el banco y empezaba a trabajar por cuenta ajena; en el momento en el que se le transfería la nómina las deudas le dejaban a dos velas por embargos. No tenía tarjeta de débito ni de crédito, no podía alquilar una casa, no podía tener un coche a su nombre….. había pasado de tener un 100 de éxito a tener un 0 de éxito y eso le había convertido en una especie de proscrito de la sociedad. Seguía teniendo su DNI, su acceso a la seguridad social; pero no se lo ponían nada fácil para sentir su pertenencia al sistema y eso que, en este caso, no se trataba de actitudes personales sino de cuestiones burocráticas y ejecutivas que le hacían poco menos imposible la supervivencia en «A». El palo fue tremendo y no sólo a nivel económico sino sobre todo a nivel anímico y de re-invención y re-identificación de la persona.

Bajo mi punto de vista, a nivel interno llevamos a cabo una serie de transacciones en las que “compramos” el arquetipo de éxito simplemente para sentir que de alguna manera pertenecemos .Pero en no pocas ocasiones ocurre que de repente nos damos cuenta de que algo no funciona, sentimos que algo falla. Aunque aparentemente tenemos “éxito” , la relación íntima que debería haber entre el  Éxito y la Felicidad no aparece por ningún lado… ¿Dónde se ha ido esa supuesta Felicidad que me traería el Éxito…. si lo tengo todo… lo he conseguido!

En nuestro interior hay un anhelo diferente más próximo al deseo de ser Felices que al arquetipo de «éxito» que habíamos comprado. Y empezamos a darnos cuenta que de alguna manera hemos estado renunciando a cierta parte de nosotros, que no nos hemos sido del todo fieles a nosotros mismos y que lo hemos hecho por ese miedo a no ser aprobado, a dejar de pertenecer. Se desata entonces una tormenta que remueve nuestros cimientos y nos trae ante nuestras narices el inevitable hecho de que, en ocasiones, para ser Feliz y sentirnos realmente libres no hace falta tener ese «éxito» que hemos comprado, sino que tenemos que plantearnos ser algo DESLEALES con nuestros sistemas (familiar, amigos, profesional, etc…) y tenemos que aguantarnos ese miedo a «dejar de pertenecer» para empezar a ser LEALES a nosotros mismos.

El concepto de Éxito es algo que sólo debería existir en un contexto íntimo de la relación con uno mismo, por esa estrecha relación que mantiene con la Felicidad. En el fondo existen tantas definiciones de Éxito como personas hay en el planeta y dentro de nosotros hay una definición de Éxito tan única como nuestra propia unicidad y nuestra definición de Felicidad. Una definición que viene a rozar tangencialmente con el Propósito Vital de cada uno.

Si hay una definición de ÉXITO que a mi me encanta es precisamente la definición de Jeff Foster que dice:

¿Qué es el Éxito?

¡Se trata del fuego que arde en tus entrañas!. Se trata de todo aquello que emana de tu corazón  en el momento que te sientes totalmente vivo, aquí y ahora, no lo que puedas sacar de tus bolsillos en un futuro; es estar alineado con la Forma en que las Cosas Son, con tu muy singular expresión, es hacer lo que amas y amar lo que haces, amarlo tanto que cualquier recompensa mundana resulte secundaria, aunque venga fluyendo en abundancia. 

-Jeff Foster-

Una definición que tiene mucho más que ver con el Ser que con el Hacer o el Tener, un concepto de Éxito que se aproxima más al Ser la persona que realmente Eres, porque como decía Pindaro: «Ojalá llegues a ser el que eres»… de eso se trata

Os deseo de corazón «Éxito»… con Amor.